Cuando era un joven teniente, mi primera asignacion fue en Europa, asi que aproveche mis dias libres en conocer las ciudades mas atractivas del continente, despues de visitar las mas cercanas ciudades alemanas, tuve oportunidad de conocer Paris.
La primera vez que llegue a la ciudad Luz, solo sabia decir Bonjour Madmoiselle, frase que increiblemente use bastante rapido, en mi primer viaje solo tuve tiempo para reconocer la ciudad, encontre un pequeño hotel llamado Claret sobre el Bulevard de Clarcy, no esta muy cerca de los principales museos, pero es limpio y bien comunicado, en particular deseaba ver el Louvre y el museo D'Orsay, pero mi lista la encabezaba el de los Invalides, donde esta el museo militar, por supuesto que era una visita profesional, pero no me alcanzo el tiempo, en lo que me ubique, consegui hotel, comi y camine un poco por el Musee, se me acabo el dia que tenia disponible.
Un mes despues regrese, pero esta vez directo al Hotel, en la primera tarde fue a D'Orsay donde esperaba pasar una buena tarde, andaba viendo las obras de Rodin en la gran nave, cuando conoci a Mlle. M.R. una estudiante de arte, con mi estupendo frances, las probabilidades estaban en mi contra, pero por suerte ambos amabamos el mismo tipo de arte, y yo podia usar el Español o el Aleman en vez del poco popular ingles, aun no entiendo porque los franceses odian tanto a los norteamericanos. A partir de ese momento, fue conocer Paris con la compañia de una experta: la Opera, el Arco del Triunfo, la entrada secreta al Louvre por el Metro, comida de primera, pero no tan cara, esos tres dias pasaron demasiado rapido, volvi otras dos veces, pero no alcance a ver todo lo que queria, mi salario habia sido fuertemente afectado por lo caro de la ciudad, los pasajes de tren y la buena comida.
Lo mejor era la compañia, disfrutar Notre Dame con alguien que conocia sus mas intimos secretos, con esa magnifica guia pude encontrar algunas obras preservadas de Cluny, con sus formas fascinantes y confusas, sobre mi acompañante, las francesas tienen un encanto particular, elegantes y femeninas, no se como lo hacia pero pudo andar todo el dia en el museo y en la noche en un concierto, sin perder un apice de elegancia.
Por desgracia un Oficial Naval siempre esta inquieto, estuve mas tiempo del que habia planeado en Francia, aun me faltaban Grecia, Italia y Egipto, me despedi de ella, fue un magnifico tiempo el que disfrutamos, pero ambos sabiamos que no duraria, la ultima vez que la vi, fue en la estacion del ferrocarril, ella regreso a su casa, yo a Cottesmore, mi unidad partiria el siguiente lunes a Creta, para ejercicios de tiro.
Autor: Sergio Tellez