Todo esto sucedio en un lugar de la Sierra de Puebla, a un dia de camino a caballo de La Ceiba, habiamos ido de practicas a la zona, era una rancheria pobre, de casas de madera y suelo de tierra como tantas en la zona, habiamos llegado por la tarde y los habitantes nos habian pedido que nos quedaramos, una persona habia muerto en la zona y evidentemente tenian miedo, asi que les dimos de comer y beber a los caballos y nos dispusimos a acompañar a los dolientes al velorio, casi todos los habitantes se reunieron, se preparo comida y la discreta ceremonia con la que se vela a los recien difuntos.
Eran poco mas de las doce de la noche, cuando de repente se abrio una ventana, el golpe de viento apago las velas y todo quedo en la sombra, un enorme guajolote se paro en el quicio, tenebroso, amenazador, instintivamente cortamos y apuntamos, tres rafagas salieron de nuestras armas, y el guajolote volo, ¿como fue posible que con tal lluvia de balas no le dieramos a un blanco a pocos metros y bien delineado en la noche?, nunca lo sabremos, el resto del peloton llego corriendo, pero no se veia al ave por ninguna parte.
Esa noche no dormimos, todos nos mantuvimos en guardia, los habitantes del pueblo buscaron refugio con nosotros, esa noche la casa parecio un vagon de metro por la cantidad de gente que se quedo en ella, los pobladores, con miedo decian que era un nahual que habia ido por el alma del muerto, nosotros, con nuestra sofisticada cultura occidental, sabiamos que algo raro pasaba, pero no sabiamos que, los mas supersticiosos rezaban, los que solo creiamos en la fuerza de la armas nos manteniamos vigilantes.
En cuanto hubo suficiente luz, salimos a revisar los alrededores, bajo la ventana encontramos un charco de sangre, seguimos el rastro, junto con todos los pobladores, el camino de gotas de sangre nos llevo hasta una casa en una vereda del monte, famosa por que se decia que la señora que vivia ahi era bruja, entramos y su hermana nos dijo que su hermana estaba muy enferma, que se habia caido, sin embargo los pobladores envalentonados por tenernos entre ellos, entraron a la fuerza, y la encontraron muy mal herida, dos balas le habian dado, y estaba moribunda, expiro ese mismo dia.
El evento habia sido muy confuso, y aun no me lo logro explicar, es obvio que recibio algunas de las balas que disparamos, pero ¿como pudieron darle?, su casa no estaba en la direccion que disparamos, y el rastro de sangre indicaba que habia estado cerca de la ventana, pero ahi solo habia estado el guajolote, del que no encontramos el mas minimo rastro. Segun los habitantes ella era el guajolote que habia aparecido en la ventana.
Nos fuimos un par de dias despues, en medio del agradecimiento de los pobladores, en el largo camino iba meditabundo, las cosas que pasaron me habian dejado una gran inquietud, en la region de Veracruz donde habia crecido habia oido muchas historias de brujas y nahuales, pero en todas ellas se decia que eran inmunes a las balas, a las que se tenia que bendecir o colocar una cruz para que pudieran dañarlas, o de lo contrario las balas rebotaban a quien las disparaba, ¿que tal si ella habia estado escondida cerca, cuando el animal volo a la ventana?, pero en ese caso, porque no hallamos pisadas humanas o el cuerpo del guajolote, o la oimos quejarse, ademas, ni su casa, ni el camino de sangre estaban en la trayectoria parabolica que debieron seguir las balas que disparamos. Al llegar a los cuarteles en La Ceiba, mi reporte fue Sin Novedad, porque simplemente no pense que mis superiores me creyeran una sola palabra.
Esta es una de mis historias militares de Fantasmas favoritas, tiene una gran carga folkorica, muchas de sus referencias las he oido en una u otra parte de esta gran republica mexicana, donde las historias de los nahuales (seres humanos que se pueden transformar a voluntad en el animal que quieran) son muy comunes, o mas bien lo eran, hace mucho tiempo que ya no ando por esas regiones apartadas de la civilizacion.
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